• Culto, caridad y formación han conformado los fines de miles de asociaciones públicas de fieles que vertebran la historia, la sociedad y la trasmisión de la fe de generación en generación. Hoy día, ante los retos que presenta la sociedad y la Iglesia, es necesario que las hermandades y cofradías asuman un papel fundamental en la evangelización de los pueblos.
  • La devoción ha inspirado la creación de un ingente patrimonio artístico y religioso que ha alumbrado a artistas y obras de renombre y trascendencia universal.
  • La participación mayoritaria y la vitalidad asociativa transversal en estas instituciones explican y configuran las claves antropológicas y sociológicas del carácter único y de la identidad propia de un pueblo.
  • En un entorno global marcado por la crisis de valores del humanismo cristiano, la secularización y la ausencia de Dios en todos los ámbitos, la piedad popular se ofrece como un dique de contención y de pervivencia de la fe, como un camino de esperanza y evangelización.
  • Desde ese espíritu de esperanza e ilusión, 25 años después del I Congreso Internacional es el momento de revisar el rol de la piedad popular ante los profundos cambios observados en el mundo que afectan a todas las dimensiones de la vida (valores, globalización, nuevo orden geopolítico, cambio climático, nuevas tecnologías, guerras, pandemia, etc.) y reflexionar en comunión sobre nuevos retos y propósitos.
  • Caminamos juntos, con toda la Iglesia y con Jesucristo el Señor que nos guía e inspira la vida de nuestras comunidades de fe.
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